miércoles, 28 de mayo de 2008

El monstruo llamado Tiempo


"¿Y eso? ¿Fue un monstruo?" le había preguntando el niño con toda su inocencia refiriéndose al pequeño hueco en su oreja formado por un melanoma cancerígeno eliminado.

Cuando uno es joven, la muerte es algo lejano, distante, que no te toca. Algo para pensar después, en otro momento, cuando uno sea viejo. A pesar de mi larga familia, de mi anciano padre y sus ancianos amigos, de toda la gente que he visto morir, uno nunca se lo espera.

Eso pasó con un gran amigo, un alma de joven en un disfraz de viejo: Don Mario. El era todo un personaje, con un gran cerebro y un alma noble. De joven había sido sacerdote y contaba en su haber un sin número de experiencias interesantes.

Me hacía gracia verlo deambular por el campus universitario con su paso alegre y su usb drive colgando del cuello.

- Vamos a continuar la entrevista- decía cada vez que se asomaba a mi oficina dispuesto a que lo azotara con el escrutinio de mis preguntas indiscretas acerca de su vida. Pero él con toda sencillez y transparencia se desvivía por llenar de detalles todas sus historias.

Luego dejé de trabajar en ese lugar, dejé de verlo, sólo intercambiábamos correos electrónicos. La última vez que supe de Don Mario, fue con motivo del Día de la Amistad. "Gracias por ser tan gente" leía mientras las lágrimas asaltaban mis ojos.

Me dije, debo llamar a Don Mario. Y llamé, en dos ocasiones, pero no lo pude localizar. Desistí, por el momento. Luego, fue demasiado tarde.

Las cosas vividas son imborrables. En algún lugar recóndito de la memoria se atesoran con cariño todos esos recuerdos. Me queda, y no puedo evitar esbozar una sonrisa, el cariño expresado en su momento y la esperanza de que él mismo se haya llevado ese afecto en la maleta para ese viaje hacia el infinito.

2 comentarios:

AlMa dijo...

que triste.....
pero al leer tu blog solo veo matices positivos, felices, momentos agradables, memorias imborrables que ni la muerte puede arrastrar....increible como uno va dejando huellas donde menos lo espera...

Anónimo dijo...

El tiempo, aliado y enemigo. Al igual que tu, atesoro esos momentos que solo podemos ver en fotos, videos o en nuestra memoria, donde nos vinculamos a otros y ellos a nosotros. Esos pequenos momentos de alegria van haciendo la vida un poco mas placentera y tener asi una referencia de felicidad en los momentos de tristezas...

Yo tengo una imagen de su caminar, siempre desde el edificio viejo hacia los demas edificios, era como para mi su punto de partida para sus caminatas...