Dice un viejo y conocido refrán: "La esperanza es lo último que se pierde" y yo digo: Objeción!!!! No es la esperanza.
Cuántas veces nos hemos encontrado completamente desesperanzados, en completa oscuridad mental sin poder ver la luz, ahogados en un vaso de agua, momentos en que se ha desvanecido ante nuestros ojos toda posibilidad de un desenlace positivo.... mil y una! La esperanza se ha perdido, aunque en muchos casos momentáneamente.
Pero por más que diversas situaciones nos abrumen, lo único que realmente no se pierde es la EXPERIENCIA. Nadie me quita lo vivido, nadie me arrebata lo aprendido, nadie me quita lo bailado, nadie me quita lo llorado. Esos conocimientos de la vida adquiridos por circunstancias o situaciones vividas nos hacen quienes somos hoy, han moldeado nuestro carácter y nos preparan para lo que viene.
Pienso en la experiencia como un sótano lleno de tesoros acopiados, que a manera de "Abrete sésamo", solo nosotros tenemos la clave para acceder y hacer uso de ellos para nuestro bienestar. Aunque algunos objetos no tengan una belleza exuberante, su valor dependerá de su utilidad a la hora de enfrentar nuevas situaciones. Otros aunque llenos de polvo y telarañas esconden esmeraldas en bruto que nos sacarán de aprietos. Habrá otros que solo servirán para mirarlos y hacernos sonreír.
Lo mejor de todo es que el valor y cantidad de esos tesoros depende únicamente de nosotros mismos. Soy yo la responsable de construir las vivencias con que llenar mi sótano. Nada más que acumule en la vida podré llevarme en el último viaje, solo lo que he vivido. Bien dice otro conocido refrán "nadie aprende en cabeza ajena".
Aunque suene a cliché "La vida es ahora". Este momento que es el único que me pertenece, lo gastaré y sacaré su máximo provecho. Si dentro del plan de Dios está el llevarme a su lado mañana, puedo decir que me llevo magníficos tesoros. Y si me espera una larga vida, me prometo a mi misma, rebozar mi erario.
Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.
Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.
Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos;
no te pierdas el ahora.
Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.
Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.
Tomado de "Instantes"
(autor: Don Herold, adaptación: Borges)